martes, 27 de diciembre de 2011

"Desafios"

Siete Principios para desarrollar nuestras metas, desafios y proyectos para este nuevo año.
Son sencillos y prácticos y puedo asegurarle que enriquecerán su vida.
1 - Esforsarce.
"Sé fuerte y valiente" Josué 1:7
2 Defina planes especificos:
Quien no tiene metas, no llega a ninguna parte. Si vamos de un lado a otro, sin poner la mirada en el objetivo que procuramos lograr, lo más probable es que nos desviaremos de la linea final. planificar es esencial para alcanzar grandes metas. 
3 Aprenda y asuma principios y valores:
Las bases principales que aprendemos, se encuentran en la biblia. Dios recordó a Josué la necesidad de tener presente esas pautas de vida que aseguran el éxito en todo cuanto enprendamos; "Estudia constantemente este libro de instrucciónes. Medita en él de dia y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Josué1:9.
4 Descansar en Dios:
En cambio, los que confían en el Señor encontraran nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán, caminaran y no desmayarán. Isaias 40:30-31.
Descansar en Dios está íntimamente ligado a confiar en Él. Tener presente que Dios sabe qué hacer en el momento apropiado y bajo las circunstancias propicias. Dios tiene el control de todo, y además, la última palabra.
5 No se mida por las realizaciones de los demás:
Realmente el tope que se debe superar, no es éste o aquél sino usted mismo. Batimos nuestro propio record, no el de los demás. Recuerde que muchos podrán avanzar pero nada determina que logren sus metas. El reto es usted mismo, no los demás.
6 Someta sus planes y proyectos en manos de Dios:
Si entregamos nuetras iniciativas, por grandes que parescan, en manos de Dios, tenemos asegurada la victoria. Él nos guiará a aplicar ajustes pero también, a dar los pasos apropiados en cada circunstancia, tal como nos instruye la palabra: "Confia en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás. Deléitate en el Señor, y él te consedera los deseos de tu corazón. Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. Salmos 37:1-5.
7 Persevere:
El apóstol Pablo tenía plena conciencia de la necesidad de perseverar, tal como lo describe en la carta que dirigió a los creyentes en Filipos: "No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me consentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús". Filipenses 3:12-14.

martes, 20 de diciembre de 2011

"Navidad"

El registro histórico sobre el nacimiento de Cristo puede verse en Mateo 1: 18:25 y en Lucas 2: 1-20.
A diferencia de cualquier otro bebé, el que nació aquella noche en Belén fue único en la historia. No fue creado por un padre y una madre humanos. El tenía una preexistencia celestial (Juan 1:1-3, 14). El era Dios, el Creador del universo. Es por esto que la Navidad se conoce como encarnación, lo cual significa 'en la carne'. Con el nacimiento de Jesús, el Creador eterno, todopoderoso y omnisciente, vino a la tierra en la carne.
¿Por qué haría Dios tal cosa? ¿Por qué venir como un bebé, en lugar de aparecer en todo su poder y majestad? ¿Por qué convertirse en un hombre real y vivir entre nosotros, cuando sabía muy bien cuán terriblemente sería tratado?
¡Por AMOR!
Cuando hablamos de la Navidad nos referimos, única y exclusivamente, al nacimiento virginal y sobrenatural del Señor Jesucristo, en Belén de Judea. Este nacimiento es singular e incomparable. Ningún otro nacimiento se le asemeja en toda la historia de la humanidad, pues Dios, al traer a su Hijo amado al mundo, quebrantó la extensa cadena de la generación humana. Un ser   sobrenatural vino al mundo por un acto creador de Dios

¿Qué significa, entonces, la Navidad? Significa que Dios nos amó tanto, que extendió su mano de gracia y misericordia y nos dio a su Hijo Jesucristo. ¿Para qué? “Para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.
El no vino a la tierra para ser celebrado, Él vino a la tierra a morir por ti, para que tu ahora vivas por Él y para Él.

lunes, 12 de diciembre de 2011

"El amor de Dios"

Todos los seres humanos tienen necesidad de ser amados. Desde el comienzo de su vida la pequeña criatura recién nacida tiene sed de amor y necesita de amor para desarrollarse. Privado de amor, aunque esté bien alimentado, el bebe aumenta lentamente de peso, está triste y se enferma con facilidad. Privado de amor el niño crece triste, es como una planta marchita. Para el ser humano, sea niño o adulto, amar y ser amado es casi tan necesario como respirar. Todo ser humano aspira a amar y a ser amado, trátese del amor filial, o maternal, o conyugal, o de enamorados, o de la intimidad entre amigos, todos deseamos amar porque sin amor no hay felicidad.
Esto es así porque el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios, que es amor. La necesidad de amar y ser amado le viene al hombre de la imagen de Dios que lleva dentro. De ahí que el ser humano responda al amor con amor, porque el amor toca la fibra más íntima de su ser. Si alguien nos dice una palabra amable le respondemos de igual manera.
Si tú eres uno de esos que carecen de amor, piensa que hay un ser que te ama con un amor inconmensurable, infinito; que te creó por amor, te cuida por amor y te alimenta y sigue tus pasos amorosamente. Que si te portas mal, te corrige, porque te ama. Y que si lo dejas y le das la espalda, te sigue amando y hará todo lo posible para que regreses a Él. Ese ser es Dios, que por boca del profeta Jeremías te dice: "Con amor eterno te he amado..." (Jr 31:3).
Hablando en términos figurados podríamos decir que la materia prima de la que Dios está hecho es amor, Dios está hecho de amor. Por eso es que el hombre no puede hacer nada para que Dios deje de amarlo. El profeta Isaías lo expresa muy bien cuando dice: "He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpido." (49:16). Aunque quiera no puede sacudirte de sus manos. Pablo lo expresa también en bellos términos: "Por lo cual estoy seguro que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús." (Rm 8:38,39).

Nada nos puede separar del amor de Dios, ningún acto, ninguna persona, ninguna ofensa, ni aun nuestros más grandes pecados. Ni nuestro olvido, ni nuestra ingratitud. Nada podemos hacer para que deje de amarnos.